El texto de ABC reza lo siguiente:
Otra vez muy honrados, presidente
La
exclusiva de ABC en la que se apunta al presidente de la Asamblea
Nacional de Venezuela, Diosdado Cabello, como la mano que mece la cuna
del narcotráfico en el país bolivariano ha desatado los más bajos
instintos de Nicolás Maduro, quien ayer acusó a este periódico de
promover una «campaña de la ultraderecha internacional y factores del
imperio estadounidense».
Le agradezco muy
sinceramente, en nombre de la Redacción de ABC,tamaña distinción, porque
nunca hasta ahora –y eso que acabamos de cumplir 112 años de historia–
nadie nos había dedicado tan abrumadores elogios. ¡Qué sonrojo, por
Dios!. Éramos conscientes de nuestra influencia y prestigio, pero la
honra de colocarnos al frente de «una campaña de la ultraderecha
internacional y factores del imperio estadounidense» nos llena de
orgullo y supone un estímulo para seguir denunciando los excesos del
régimen. De corazón, presidente, gracias: ya iba siendo hora de que
alguien nos pusiera en el sitio que este diario merece.
Lo
de menos es que la campaña de ABC le parezca «bestial y vulgar». Cada
uno entiende el periodismo según la idea que tenga de la libertad. A mí
–cuestión de gustos– lo que me parece «bestial y vulgar» es amordazar a la prensa, cerrar emisoras de radio y canales de televisión y meter en la cárcel a quien piensa diferente.
Si por contar la verdad somos bestias y vulgares, imagínese lo bestias y
vulgares que pueden llegar a ser quienes pervierten y degradan la
democracia convirtiendo a su pueblo en rehén de un sistema cada vez más
totalitario. Pero entiendo su reacción. Al fin y al cabo, el corazón de
Venezuela es un reloj que marca implacable el tiempo que le resta para
recuperar la libertad. Y cada latido es más fuerte, presidente.
Decía Simón
Bolívar que «llamarse jefe para no serlo es el colmo de la miseria».
Hay frases que le retratan a uno. Por lo demás, no se apure. Tenemos la
piel curtida en mil batallas y nos sobran espaldas para aguantar sus
embestidas. Eso sí, de bien nacidos es ser agradecidos: nuestra
influencia –no hay más que oírle– sigue intacta. Estamos hechos el uno
para el otro: nosotros, para contar cada día la verdad; usted, para
honrarnos con su diaria catarata de insultos. En la seguridad de que
seguiremos informando, ABC se reitera punto por punto en lo dicho y
aguarda, impaciente, su próxima invectiva.
Hasta entonces, recuerdos al «pajarico».
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